El medio natural

               INTRODUCCIÓN

EL ENTORNO FÍSICO

EL PAISAJE

LA FLORA Y VEGETACIÓN TERRESTRE

LA FAUNA

Introducción.

   Las particulares características de Ceuta y su entorno natural fueron determinantes a la hora de ser elegida como lugar para establecer el primer asentamiento humano. Así, puede afirmarse que la fundación de la ciudad de Ceuta se encuentra relacionada directamente con su situación geográfica dentro de la ruta comercial que atravesaba el Estrecho de Gibraltar, con la geomorfología de sus costas que ofrecen buenos resguardos ante condiciones de navegación desfavorables y con los abundantes recursos naturales que ofrecía a los primeros colonizadores, sobre todo de tipo piscícola, forestal y cinegético.

El entorno físico.

La Ciudad Autónoma de Ceuta ocupa una superficie de apenas 20 Km² en la orilla africana del Estrecho de Gibraltar, estando situada en el extremo noroccidental de la denominada Península Tingitana. Esta ubicación geográfica le proporciona un elevado interés estratégico, al constituir una doble encrucijada: entre dos continentes, África y Europa, y entre dos mares, el Océano Atlántico y el Mar Mediterráneo.

    Además, como factor singular añadido, se encuentra en el punto de inflexión del Arco Bético-Rifeño, integrado por las Cordilleras Béticas y el Rif, dos conjuntos montañosos de origen esencialmente alpino, escarpados y relativamente jóvenes, que imprimen a la zona un carácter agreste y un acusado grado de inestabilidad tectónica.

 

    La orografía ceutí está dominada por las estribaciones orientales de Sierra Bullones. El extremo occidental presenta las mayores elevaciones del territorio, destacando el Monte Anyera con 349 metros de altitud y el Monte del Renegado con 329 m, que se prolongan hacia el este como un conjunto de lomas con altitudes cada vez menores hasta alcanzar el núcleo urbano, que representa en su conjunto la zona más deprimida. Al este del mismo, formando el extremo oriental de la ciudad, se encuentra el Monte Hacho con 204 metros sobre el nivel del mar.

    En conjunto, el relieve es accidentado y presenta pendientes acusadas, superando el valor medio de las mismas el 30%. Ello incide en la configuración de la red hidrográfica, formada por numerosos arroyos de escasa longitud y de acusado carácter estacional y torrencial.

    La climatología es de tipo mediterráneo, con dos estaciones bien diferenciadas, una fresca y húmeda que se extiende desde Octubre hasta Abril, y otra seca y cálida que va desde Mayo hasta Septiembre. Además, presenta un sólo máximo pluviométrico invernal y durante la estación cálida apenas existen precipitaciones pero se da un elevado grado de humedad ambiental y temperaturas suaves.

    De hecho, la precipitación media anual es de 574 mm y la temperatura media anual toma un valor de 10,4ºC. Como media, hay 62 días de lluvia y 2621 horas de sol al año.

    Otro fenómeno climatológico relevante es el particular régimen eólico de la zona. Las corrientes de aire que recorren la misma son reconducidas y canalizadas por los accidentes geográficos del Estrecho, originando la típica alternancia entre los vientos de Levante y Poniente, de características opuestas, siendo estos últimos más secos y menos intensos y ofreciendo en general mejores condiciones de visibilidad.

    La geología de Ceuta es extremadamente compleja, al estar situada en el núcleo de una formación geológica muy intrincada como es el Arco Bético-Rifeño y en la zona de convergencia entre las placas Euroasiática y Africana. Así, en una superficie tan reducida podemos encontrar siete unidades estructurales distintas, predominando las de origen metamórfico sobre las sedimentarias, destacando los materiales de tipo gneis, filitas, esquistos, calizas alabeadas y areniscas.

El paisaje.

    El paisaje debe entenderse como el conjunto de formas que configuran un sector determinado de la superficie terrestre, siendo el resultado de las interrelaciones entre factores abióticos, bióticos y antrópicos.

    No cabe duda que el paisaje de Ceuta es de una elevada calidad, al conjugar elementos muy heterogéneos como son una importantísima presencia del mar, un relieve accidentado

   

y variado y una alta diversidad del paisaje exclusivamente vegetal, todo ello realzado por el entorno geográfico de esta ciudad donde predominan el carácter que imprime el Estrecho de Gibraltar y la imponente presencia del cercano Yebel Musa, lo que otorga al conjunto paisajístico un atractivo muy alto.

En definitiva, ello hace que la contemplación del paisaje desde casi cualquier punto elevado de Ceuta sea todo un placer digno de ser disfrutado, especialmente con la salida o la puesta del sol, que proporciona a la escena un cromatismo difícilmente igualable.

La flora y vegetación terrestre.

La flora de Ceuta está integrada por unas quinientas especies, con predominancia de los elementos mediterráneos y macaronésicos, lo que refleja claramente el tipo de influencias bioclimáticas de la región. Además, es muy importante la presencia de especies con mayor o menor grado de endemicidad, fruto de las condiciones ecológicas tan particulares que exhibe el entorno del Estrecho de Gibraltar. Todo ello otorga al catálogo florístico de Ceuta, una singularidad, diversidad y originalidad muy apreciables.

    El temprano inicio de las actividades humanas han modificado considerablemente el paisaje vegetal de esta ciudad. Así, se piensa que el bosque autóctono que cubriría prácticamente toda la superficie de Ceuta sería un alcornocal-quejigar, integrado por quejigos andaluces (Quercus canariensis) y alcornoques (Quercus suber). Según algunos autores, la primera degradación de esta formación conduciría a un alcornocal puro y habría estado provocada por el uso indiscriminado del fuego con la finalidad de obtener espaciosa para el desarrollo de actividades agropecuarias.

    Actualmente, el alcornocal presenta una distribución muy reducida. En determinados enclaves más húmedos persisten cuatro ejemplares de quejigo andaluz y en las zonas algo más secas podemos encontrar acebuches (Olea europaea var. sylvestris) y algarrobos (Ceratonia siliqua). Bajo condiciones de subaridez, como por ejemplo en las laderas del Monte Hacho, potencialmente podría aparecer el araar (Tetraclinis articulata), aunque hoy en día no queda ningún representante de esta especie.

También es posible encontrar aún formaciones de matorral bien conservado en algunas laderas y barrancos de difícil acceso, con madroños (Arbutus unedo), abiérnagos (Phillyrea angustifolia), mirto (Myrtus communis), lentisco (Pistacia l lentiscus) yaladiernos (Rhamnus alaternus). Sin embargo, son más frecuentes otros tipos de matorral como los jarales (Cistus sp.) y los brezales (Erica sp.), así como formaciones arbóreas de pinos (Pinus sp.) y eucaliptos (Eucalyptus sp.) de claro origen artificial. En las comunidades riparias, aquellas que aparecen en los márgenes de los arroyos, predominan las mimbreras (Salix pedicellata), los tarays (Tamarix africana), las zarzas (Rubus ulmifolius) y las adelfas (Nerium oleander).

    Otras comunidades de gran interés, dado lo restringido de su distribución a escala mundial, son las de los acantilados rocosos de las costas del Estrecho de Gibraltar, caracterizada por el endemismo Limonium emarginatum, las comunidades de jaral-brezal de porte rastrero con la planta insectívora Drosophyllum lusitanicum, además de ciertas comunidades rupícolas como la del helecho Davallia canariensis o la de extraplomados calizos con el perejil carnoso (Rupicapnos africana).

La fauna.

Aún a pesar de lo reducido de la superficie del territorio de Ceuta, la fauna que alberga es rica y variada. Ello se debe, al igual que en el caso de su flora, a la estratégica situación geográfica de nuestra ciudad, a caballo entre dos continentes, y a la compleja historia geológica de la región, situada en la zona de inflexión del arco Bético-Rifeño; lo que ha provocado la conjunción de elementos faunísticos muy diversos, con preponderancia de los mediterráneos. Entre estos últimos, destacan aquellos elementos exclusivamente norteafricanos, no presentes en la Península Ibérica.Así, en Ceuta viven parientes muy cercanos de especies peninsulares pero bien diferenciados a nivel específico de ellas, como por ejemplo la salamandra norteafricana (Salamandra algira), la culebrilla ciega de Tánger (Blanus tingitanus), la rana magrebí (Rana saharica), el lagarto ocelado norteafricano (Lacerta pater), el eslizón rifeño (Chalcides colosii) y el eslizón tridáctilo norteafricano (Chalcides pseudostriatus), todas ellas auténticas joyas zoológicas de Ceuta.

    Estas formas se originaron por evolución paralela de las poblaciones que quedaron aisladas en el norte de África tras la rotura, hace unos 5,5 millones de años, del gran dique que separaba el mediterráneo del atlántico y la consiguiente formación del actual Estrecho de Gibraltar.

    Las especies norteafricanas imprimen una marcada singularidad a la fauna ceutí, constituyendo un estímulo para su observación y estudio. En total, en el ámbito territorial de Ceuta, podemos encontrar 5 especies de anfibios, 18 especies de reptiles y hasta 17 especies de mamíferos, entre las que destacan por ser exclusivamente africanas el ratón rayado (Lemmiscomys barbarus), el lirón careto norteafricano (Elyomis mumbyanus) y el puercoespín (Hystrix cristata). En cuanto a las aves nidificantes, se han censado hasta el momento alrededor de 40 especies, cuyo número y efectivos poblacionales se ven incrementados con las especies estrictamente invernantes.

    Pero el hecho de mayor trascendencia faunística en la Ciudad de Ceuta es, sin lugar a dudas, el paso migratorio de aves a través del Estrecho de Gibraltar. En efecto, gran parte del flujo migratorio procedente de la Península Ibérica en migración postnupcial (después de la época de cría, entre Julio y Noviembre) y que recoge aves de toda Europa occidental, cruza el estrecho por una reducida franja comprendida entre Tarifa y el Peñón. El territorio ceutí actúa como punto de llegada y sedimentación de estas aves, después de realizar el corto pero arriesgado viaje que supone atravesar el brazo de mar que separa los continentes europeo y africano.

    Es realmente espectacular observar la llegada a las costas ceutíes de aves rapaces y cigüeñas blancas (Ciconia ciconia)

  y negras (Ciconia nigra), todas ellas estrictamente protegidas por ley. De esta forma, en un solo día de "buen paso" pueden verse cientos o miles de ellas, con especies tan bellas e interesantes como el águila culebrera (Circaetus gallicus), el milano negro (Milvus migrans), el águila calzada (Hieraetus pennatus), el aguilucho cenizo (Circus pygargus), el halcón abejero (Pernis apivorus), el alimoche (Neophron percnopterus) o el alcotán (Falco subbuteo), amén de toda una pléyade de aves de pequeño tamaño. Es el fenómeno de la migración a través del estrecho un acontecimiento natural sin parangón en toda Europa occidental, y que por sí solo constituye un llamativo aliciente para todo aficionado a la ornitología o para el amante de la naturaleza.
El panorama faunístico ceutí se podría completar con la alusión a dos especies de coleópteros (escarabajos), Euserica cambeloi y Chasmatopterus zonatus, estrictamente endémicos de nuestro territorio y cuyas únicas poblaciones conocidas a nivel mundial se encuentran en Ceuta, el primero propio de las zonas con vegetación asociada al alcornocal y el segundo de las laderas del Monte Hacho. En definitiva, la presencia en Ceuta de numerosas especies animales exclusivas del continente africano y ausentes de la Península Ibérica, le confiere un carácter singular a nuestra Ciudad con respecto al resto del territorio nacional, lo que unido a la incidencia del fenómeno de la migración de las aves, la hace especialmente atractiva desde el punto de vista de la fauna.